martes, 5 de agosto de 2014

Homeless

Desde que tengo memoria ando con un bolso a cuestas por la vida, yendo de un lugar a otro. Cuando era chiquita, me regalaron una mochila de conejo en la que solo entraban un par de pañales y una mamadera, luego la cambie por una mochila en la que llevaba ropa para quedarme varios días con mis abuelos, luego la cambie por un bolso en el que iba mas ropa, utiles y lo necesario para que una adolescente pudiera pasar el fin de semana en otra casa, después con mi papá, volver a casa de mamá, abuelos, iaia.. y así durante los ultimos casi veinte años. 
Hace ya varios días vengo pensando en eso, compré un bolso nuevo para renovarme y allí llevo todo lo que necesito para danza, maquillaje, comida, todo para sobrevivir cada día como si tuviera mi casa al hombro, miré mi bolso nuevo mientras lo llenaba y me sentí diferente. Diferente que en todos estos años.
Esto fue porque siempre me habia desamparada ante esa idea de no pertenecer a ninguna parte, de no tener una casa o una estructura fija como mi ser pensante imponía que debía ser, y no era, nunca fui parte de esa vida estructurada que supuse que debia tener por el solo hecho de ser persona.. y me frustraba, me sentía rara y huerfana de hogar, por más que visitara siempre afectos la sensación era de ser una molestia o un accesorio innecesario en algunos casos, sin embargo conviví con eso y ante este nuevo bolso, la sensación cambió, y no por el bolso en sí, sino porque en este proceso de metamorfosis que atravieso sentí que en lugar de no pertenecer a ningún lado, siempre pertenecí a todas partes..
Es una frase cliché y gastada pero simplemente cambiando la perspectiva, el mundo se siente de un modo diferente. Incluso por un momento el monstruo desapareció y pude disfrutar el hecho de no saber a donde iba a llevarme la vida.. total pertenezco a cualquier parte, a todas partes, y siempre tengo el bolso listo.

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