miércoles, 13 de agosto de 2014

Aquel andén

El clima era helado, sonaba la escarcha en sus zapatos mientras corría a la estación atemorizada, ya se hacía tarde y el andén estaba vacío, el tren estaba a punto de partir hacia su destino y ella aún no sabía si deseaba subirse o no. Corría, mientras los objetos en su bolso hacían ruidos entre sí, el celular sonaba y un hombre de seguridad gritaba que ya era tarde para subir, que esperara al próximo, cómo si ella no tuviera nada mejor que hacer que dejar su alma esperando oportunidades en aquel frío andén.
Esos segundos de indesición se le hicieron eternos, sin embargo ya casi tenía una desición tomada quizás le faltaba valor para poder mover sus piernas y asumir que había tomado un tren que solo tenía un recorrido de ida. Eso la espantaba. ¿Y si no le apetecía el destino?¿Y si no era suficientemente buena para vivir esa aventura?¿Y si extrañaba la vida como la conocía hasta ahora?¿Y si fracasaba? O aún peor, ¿Y si allí era feliz? No se sentía capacitada para tomar una desición que involucrara tantos riesgos, sólo necesitaba que alguien con la fuerza suficiente la empujara, porque la desición estaba tomada: no iba a esperar a las proximas oportunidades, este era el momento de subir al tren y cambiar el curso del destino, de escribir libremente la historia de su vida sin tantos temores y tabúes, pero por más que lo sabía no podía hacer que sus piernas dejaran de temblar por un segundo, esta vez si que tenía miedo.
Había todo un público observandola, toda la gente que había decidido por diversas razones que ese tren no debían tomarlo, pero ellos no tenían miedo, se veían seguros y fuertes. Sintió envidia. Realmente deseaba verse como una mujer fuerte enfrentando una desición sin temerle ni al pasado, ni al presente, ni al futuro, pero ¿Realmente podía serlo?

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