Las agujas del reloj marcaban
que había llegado el momento
de terminar la guerra.
Ya había tenido mi merecido
y si no hacia una tregua conmigo
nadie más iba a poder hacerlo.
Las peores tormentas ya habían terminado,
mi yo racional y mi yo emocional,
debían dejarse de lado.
Era el momento ideal
para dejar atrás mis ropas rotas,
y mis miedos destrozados.
Tomar mi pequeño corazón entre mis manos,
abrazar mis sueños,
y dejarme volar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario