con un rastro de sol en la cara
que no parecía provenir de mi ventana,
esa no era mi habitación,
ni tampoco había pasado la noche en mi cama.
Me di la vuelta,
al tiempo que me envolvía entre las sábanas
y lo vi recostado a mi lado.
Sentí como la ternura de la escena
perforaba mi estómago,
había perdido la costumbre
de despertar en otros brazos
y sentirme bien con ello.
Lo miré analíticamente...
había sido una noche inigualable
y me había pedido que me quedara,
claramente yo había aceptado
y me acurruqué en sus brazos
como si nos conocieramos desde siempre,
constantemente tenía la sensación de conocerlo,
como si hubiera algo que no pudiera recordar,
quizás de otras vidas, quizás de otras muertes,
lo que si sabía era que ese ser lograba en mí
sensaciones que yo misma desconocía.
Quizás esta vez se trataba de creer sin cuestionar.
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