jueves, 13 de noviembre de 2014

Chispa

Can you feel this magic in the air?
It must have been the way you kissed me.

Salimos del bar rozando la madrugada, las horas habían pasado sin darme cuenta mientras mi atención hacía foco en el brillo de tus ojos, en tus modismos, en tu sonrisa. La conversación cumplió su rol generando complicidad durante toda la velada, en la que en el único momento en el que me pregunté ¿Qué hago acá? pude responderme a mí misma: Disfruto.
Esto de conocer gente lleva todo un entrenamiento en el que no sólo me caracterizo por ser amateur sino que me termina aburriendo. Sin embaro esta vez me estaba funcionando bien, estaba entretenida y era un pequeño factor que me ayudaba también a sentirme bien conmigo. Además también pasaba por la etapa de falsa seguridad y autosuficiencia en la que aunque sabía que la magia existía, decidía y decretaba que justo no era para mí.
En fin.. salimos del bar rozando la madrugada, las últimas cinco horas se habían pasado muy rápido y me sentía afortunada de haber compartido ese tiempo en conjunto.
Caminamos unas cuadras conversando ya con un tono mucho más relajado,
Nos chocamos por accidente, tomó mi cintura y me encontró con su boca. En la dulzura de un beso sentí como la chispa de la magia revivía en mí, y para mí sorpresa no tuve necesidad de salir corriendo, me sentía cómoda en sus brazos y el clima ameno que se generaba era propicio para que dos desconocidos quisieran cambiar el curso de la historia. Se alejó con un gesto de sorpresa como si no pudiera estar más a gusto. Lo miré sonrojada, dibujé algunas palabras para que se notara lo menos posible que mis gestos eran como los suyos, realmente lo estaba disfrutando.

Nos despedimos con un beso más, con delicadeza como quien no conoce aún el límite y no quiere arruinarlo. La suavidad se hizo fervor y me alejé.. Pero antes de que pudiera abrir los ojos nuevamente, me tomó por el rostro y me besó con pasión.. me soltó en un suspiro. Tardé en recuperar el aliento y él me miró esbozando una sonrisa seductora y satisfecha, intento decir:
 -No digas na..
Con un gesto de manos lo detuve, en silencio, realmente no había nada que decir. Me di vuelta con una sonrisa sincera y aún sin aliento deseando que en esa noche, él se fuera también pensando en mí.

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