jueves, 1 de enero de 2015

Una hoja en blanco

Una hoja en blanco me genera dudas, me genera ansiedad, me revuelve la panza el solo hecho de no saber como comenzar los primeros garabatos. Me pone bastante reflexiva el cambio de ciclo, y más allá de que para la mayoría solo resulte como un cambio de numeración, a mi me lleva al balance y al abandono de lo viejo para la renovación, para cumplir mi ciclo como fénix. 
El año que se fue estuvo lleno de renacimientos después de cada incineración emocional, lo medito, y no quiero traer esas complicadas escenas a mi hoja en blanco, no quiero llenarla de llantos, de miedos, de odio por mí. Quiero dejar de odiar mi cuerpo, mis marcas en la piel, quiero dejar de restringir mis emociones y dejarme volar y fluir cósmicamente por el universo, sin temor al qué dirán. Acá soy libre, escribo mis primeras palabras del año y de a poquito mi hoja comienza por llenarse de emociones, de espectativas, y aparece el villano de mi pelicula.. el miedo. El miedo se basa en mi temor interno a no cumplir esas miles de espectativas que acabo de proyectar, el no querer perder lo poco que tengo, el dudar antes de cada apuesta para no salir lastimada pero ¿realmente sirve de algo premeditarlo tanto?¿acaso lo hace menos doloroso? Respiré profundo, lo pensé y la respuesta se plantó clara en mi mente: no, ni lo hace más fácil, ni hace que duela menos, solo limita mi sentir y reprime mis emociones, limita mi felicidad para hacerme creer que así la recaída va a doler menos, como si siempre estuviera preparada para recibir al monstruo que me aterra cada día en el espejo. 
Quiero soltarlo, quiero dejarlo atrás y me toma por la espalda, me envuelve, me suelto, batallo conmigo misma y veo también en el mismo espejo mis tatuajes, marcas voluntarias de mi aprendizaje de los últimos años, recuerdo el fuego, recuerdo las crisis alimenticias, la desesperación de mamá, recuerdo lo que me costó llegar a estabilizarme, los abandonos, las compañías.. mi cabeza se queda en silencio y por un segundo siento orgullo de mis marcas, de mis heridas de guerra, porque me trajeron hasta acá hoy, para despojarme de lo que no va más y arriesgar la vida por mis sueños, lista para dar amor al universo entero, confiando en que una fuerza mayor va a saber retribuirmelo cuando sea necesario, y tener la tranquilidad de que al final, todo va a estar bien, de que voy a llegar a mis metas, no va a ser un camino fácil, pero estoy lista para emprenderlo. 
Miro mi hoja en blanco y escribo: lo que nos mantiene vivos es la esperanza. 

Feliz viaje. 

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