sábado, 17 de enero de 2015

Cerrar ciclos

El cierre de ciclos es un momento traumático, más cuando sos una persona que no disfruta mucho de los finales, porque en ese caso se vuelve un momento incómodo en el que uno no sabe como reaccionar, no sabe si es mejor despedirse o tomarlo del modo más natural posible, si por ser el final nos podemos tomar ciertas atribuciones que quizás en otro momento no nos hubiéramos tomado. Toda una revolución tempestuosa llena nuestro ser de dudas, de preguntas y respuestas y de emociones encontradas en cada paso de la transición. 
En este último tramo de cualquier camino la estabilidad emocional desaparece junto con los pilares que se derrumban o cambian.. entre ellas mi trabajo, la posibilidad de otro trabajo, el viaje de padre a otro país, el sentirme vulnerable por querer a alguien nuevo. Todo este remolino de cambios vino para acrecentar mis miedos y en el intento de cerrar ciclos, revolví más mi cabeza por no querer soltar lo que me ataba a mi estabilidad pasada, esa que ya era historia. 
Lo pensé con frialdad. Necesitaba despojarme de las viejas emociones para recibir las nuevas. Debía terminar con los viejos ciclos para comenzar los nuevos y debía aceptar todo lo que ya no formaba parte de mi vida para poder adoptar nuevos motivos de sonrisas. 
Dejo atrás un año lleno de espacios, de trayectos, de aprendizaje, de personas maravillosas de otras no gratas, de un amor que no fue, de mis lágrimas en el plena crisis, de un intento fallido, de un amigo perdido, dejo atrás una etapa que me llenó de enojos y de sonrisas, de cansancio y de lindos momentos compartidos, pero sobre todo de aprendizaje y de independencia.
Cierro el ciclo llena de miedos, pero con la esperanza de saber que emprendo un nuevo viaje, una nueva etapa, un nuevo ciclo.

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