jueves, 9 de octubre de 2014

Giselle

Hoy fue un día totalmente fuera de lo normal, llovía y estuvo extremadamente gris, como es costumbre me mimeticé con el paisaje pero no de mala manera, simplemente me sentía gris, atenuada con los tonos sepia del paisaje. Tuve pequeños inconvenientes en el transcurso del día pero logré sentirme bien la mayor parte del tiempo.
De la nada misma, mi supervisora me dió dos entradas para ver Giselle en el Teatro Colón (lo que para una bailarina en una tarde de callcenter, es in-imaginable) la miré confundida, como si hubiera algún truco detrás de las entradas. Era una escena casi soñada, me dijo que si me interesaban eran mías, le habían dicho que yo bailaba y que me fuera rápido así llegaba a horario. Me dejó salir una hora antes y me hechó practicamente para ir a ver baller, fue hermoso, creo que todavía no termino de repasar la imagen en mi mente entonces necesito hacer catarsis.
En fin, fui a ver la obra, maravillosa como era de esperarse. Pero pasado el primer acto mi mente cobró vida, y sentí no solo que el universo estaba de mi lado, sino que también yo era fuerte y podía salir adelante, es más tenía muchas razones para hacerlo, solo me hacía falta tomarme en serio. Entonces me temblaron las manos, mientras mi alma volaba en el escenario mediante los piqué arabesques de Giselle, mi corazón se aceleraba en los aplausos y mi mente se preguntaba ¿Por qué no? Quizás no llegaría a ese teatro, pero si a ser la mejor bailarina que yo pudiera ser.
En ese momento Giselle murió previo ataque de locura por desamor (en el primer acto al haber una situación confusa, ella enloquece con el corazón roto y danza hasta morir) y mi corazón salió por mi boca, directamente no había nada que hacer o decir, eramos una, Giselle y yo desvanecidas en ese escenario, mientras mi alma intentaba hacerle caso a mi cerebro para razonar mi sentir. Esa alianza fue imposible, y a medida que mi corazón latía más fuerte, mi mente dibujaba posibles futuros, escenarios, giras, facultad, alumnos, obras estrenadas, entrenamiento mejorado, todo, imaginaba todo lo que podría llegar a tener si lo intentaba.
La música cesó, dando comienzo al intervalo donde intenté poner cara de persona normal para que nadie viera como mis ojos daban vueltas y los hamsters en mi cerebro corrían a mil revoluciones. Mi vida estaba mutando, era mi hora, la oruga había muerto con Giselle en el escenario.
Comenzó el segundo acto, pura mística de arte y fantasmas, las hadas se veían realmente mágicas y mi corazoncito soñador volaba de alegría fascinado con el arte en escena.. tenía que hacerlo, tenía que dejar de descontrolarme con la alimentación, entrenar el doble. levantarme de mis caídas y correr hacia la vida que quería tener. Era ahora o nunca.

La oruga había muerto con Giselle en escena, era mi turno de ser mariposa. 

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