jueves, 2 de octubre de 2014

El personaje se come tu persona

Entre bizarros mecanismos de autodefensa aprendemos qué comportamientos nos mantienen a salvo y nos ayudan a sobrevivir ilesos a la convivencia en sociedad. Comenzamos entonces a destacar puntos específicos de nuestra personalidad, que agraden o no, venden; venden lo mejor de nosotros para buscar absurdamente la aprobación de un otro que varía constantemente, sin embargo nos da esa sensación de pertenencia que nos hace con el tiempo conformar un personaje con esas características definidas llevadas al grotesco. 
El personaje se convierte en un amigo, una parte buena de uno que no solo nos agrada sino que puede agradarle al entorno y eso nos hace sentir especiales, valorados, valorables. Quizás si mi amor propio estuviera más desarrollado no sabría tanto del tema, pero es algo con lo que lucho constantemente, pero algo en mí siempre busca una aprobación externa como si nunca pudiera confiar en que puedo hacer las cosas bien por mis propios medios. 
Retomando, entonces el personaje comienza una guerra interna con la persona, la lucha constante entre la perfección y superación que vendemos y lo que realmente somos, nuestras debilidades quedan al descubierto entonces el personaje comienza a devorar a la persona. Lo que voy a mencionar ahora quizás también me sucede o quizás no pero no estoy capacitada para aceptarlo, ahí les va: creemos que lo mejor está en el personaje pero no es así, lo mejor está en la esencia y la naturaleza de la persona. Si, ya sé, suena a filosofía barata escrita por Cohelo o Claudio María Tu vieja, pero es real, y veo en este momento como una persona muere para dejar vivir a un personaje y el muy idiota no se da cuenta lo maravilloso que es cuando no trata de vender, y como me enamora. 
Pasan los meses y claramente sigo siendo la misma idiota. 

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