que pronto se hizo fervor,
se acurrucó en mis brazos
como si nada malo pudiera pasarle allí,
me miró asustado
y me apretó con fuerza,
mis sentidos se extasiaban
a medida que nos acercábamos,
cada beso derrochaba pasión,
cada centimetro de su piel
me incitaba a tocarlo,
a apropiarme de su deseo,
a entregarme a la calidez de su abrazo,
cada vez que me miraba
mis sentimientos afloraban
descontrolados,
mi cuerpo se mecía
al compás de sus movimientos
y su panza rozando la mía
creaba una escena digna
de transcribirse en poesía.
Me sonrió y perdí la cabeza,
estaba loca por él,
y me sentía totalmente afortunada
de tenerlo en mis brazos.
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