Miedo y pasión

Una pasión no se mide con victorias, descansos o distancias, no se mide con dolor, felicidad o ansias, se siente, se anhela, se disfruta. Una pasión tan inmensa llena el alma no la esclaviza.

Cuando decidí alejarme creí que no estaba lista para el cielo, que la gloria de mi deseo no me hacía merecedora de mi gran pasión. Me veía cerca, me esforzaba por alcanzar mi ideal poco a poco, pero después de cada ensayo veía mi meta un poco más lejos. No tenía límites. Mi miedo superaba todo lo conocido y todo lo desconocido. Mi miedo superaba mi amor por la danza completamente. Me sentí abrumada por las emociones y abandoné todo lo que me unía a mi pasión. Comencé a correr en circulos hasta que encontré la salida escapando de esa realidad que me hacía tan feliz.
Pasó poco tiempo antes de que me diera cuenta que al alejarme de mi pasión dejé mi alma allí, al lado de mis zapatillas de danza y mis medias finas. Dejé mis sueños a un costado como dejé las banditas para mis rodetes y trenzas cosidas a la hora de ensayar. Dejé ahí mis piruetas, esas con las que tanto había luchado para llegar a perfeccionar, para interpretarlas prolijas y pasionales, para hacerlas perfectas. Me alejé de mi parte favorita de mi vida ¿y cómo seguir así? Nunca lo supe.
Pasó el tiempo otra vez, transcurrieron otros dos años y poco a poco mi destino me acercó a mis sueños otra vez, me plantó frente a mis miedos, mis zapatillas y mis piruetas, me plantó frente a la vida que llevaba para buscar realmente como quería seguir y a donde quería llegar realmente.
Siempre le dije a todos que fueran por su sueño y que lo amarraran hasta tenerlo en sus vidas, hasta ser protagonistas de sus propias peliculas ¿y yo?¿qué hay con mis sueños y pasiones?¿qué hay con mis deseos más profundos? Siempre en todos los casos priorizé los sentimientos de cada persona, pero en mi caso priorizo la calma por sobre la pasión, el miedo sobre la seguridad, y la frustración sobre la felicidad de ver cumplido un sueño. Tengo que arreglar esto ya.