La utopía nace ante el deseo de la felicidad
tan plena y perfecta que termina por ser imposible e inalcanzable,
lo que increíblemente la vuelve sublime.
Mi utopía nace en tu boca y muere en tu ombligo,
en tus besos,
en las yemas de tus dedos.
Mi utopía es de emociones y afectos eternos,
cuando la eternidad quizás sea también una utopía.
Mi utopía es creer que puedes amarme por siempre
y que nuestra felicidad será tan fuerte y duradera
que hasta los biznietos podrán gozar la historia de nuestro amor.
Y solo así valdrá la pena soñarlo,
sentirlo,
desearlo.
Y que la misma utopía muera a medida que se consumen nuestros cuerpos
mientras las horas corren y los deseos se acrecentan,
mientras la noche nos cubre y esconde bajo su manto
para beber tu dulce néctar.
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